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Orthodox
Baal
Es difícil a veces continuar después del punto más alto alcanzado, los años me han llevado a pensar que la perfección es alcanzable, pero no sostenible, en el momento que está se alcanza, o crea uno nuevas metas o se hunde uno en la mediocridad generada de mantenerse en el mismo sitio, si claro, los Ramones, Iron Maiden, Ac/Dc o Motorhead perfeccionaron su sonido y llegaron a un punto cúspide, pero después de ahí? Podemos pensar que sus discos son tan relevantes o innovadores como sus clásicos? No, pueden ser buenos discos, pero no serán calificados nunca como clásicos, y llego a este comentario luego de escuchar Baal, el disco más reciente de la banda española Orthodox, la cual me deja con mucho que pensar sobre la banda y pocos gratos recuerdos en si del disco.
Haciendo un recuento de la historia de este grupo, podemos remontarnos al 2006 cuando editaron su debut, Gran Poder, el cual indudablemente mostraba una banda inmersa en el sonido doom, sin muchas características que los diferenciaran del resto de las bandas de este género, salvo sus raíces hispanas, para el siguiente año que editaron Amanecer en Puerta Oscura, la banda ya sonaba revitalizada, empeñada en destacar y en mostrar un sonido único, empecinados en forjar su propia identidad, los Orthodox agregaron elementos acústicos, de free jazz e inclusive de flamenco a su mezcla lo cual obviamente los elevó por encima del resto, evolución que a mi punto de vista culminó con el impresionante Sentencia, un disco en dónde la banda hizo a un lado el lado metálico de su sonido doom y se adentró en sus raíces para abrazarse y aferrarse aún más a sus raíces, dándonos el equivalente de escuchar al gran Camarón de la Isla, o por lo menos a su cadáver retorciéndose bajo tierra, un disco que igual nos pudiese llevar de regreso a la época de las grandes bandas de free jazz como el Albert Ayler Trio o las Unit Estructures de Cecil Taylor, eso si, tocadas a su mínima velocidad, algo que hubiera hecho feliz al difunto Dj Screw o a esos sonideros locales que “rebajan” las cumbias.
Si bien el disco comienza con una ejecución de intenciones cósmicas, pero que la producción arropa poco, Alto Padre no es el intro “estilo bofetada” como esos que recomendaba Quentin Tarantino, que indicaba iniciar con un estallido a manera de desafío a la audiencia.
Taurus sobresale con sus brillantes riffs, inspirados igual por los Melvins que por el metal más tradicional, enfrentémoslo, para metal tradicional preferimos a Sabbath a Priest o a Maiden, una banda española no tiene mucho que decir en este tema, históricamente ingles, la sección rítmica, que en otros discos brilló con su esencia narcoléptica, se hunde en lo común y mundano, suenan cansados, no letárgicos.
Piezas como Latromantis, Hani Ba´al, no aportan nada nuevo, sólo riff tras riff del metal más tradicionalmente Sabbathesco, que para muchos será algo glorioso, pero sólo hunde a la banda en lo común.
Para mi el disco comienza con Abrase la Tierra, dónde la banda comienza verdaderamente a arriesgarse y a retomar un poco de la osadía mostrada en discos anteriores, desafiando géneros y clichés por doquier, la sección rítmica se vuelve tortuosa, las guitarras pierden su definición y se convierten en una densa niebla para en ocasiones transformarse en una amenazante maraña sónica, tristemente, es ahí, en el punto más alto dónde inicia el disco y dónde termina, para muchos, pasar por la fase inicial resultaría tedioso e innecesario, tachando el disco de flojo, en mi humilde opinión la banda produjo relleno o de plano perdió el rumbo, una sola pieza no justifica un disco repleto de canciones sin dirección y sin contundencia, es decepciónate saber que luego de su punto más alto una banda así se vaya cuesta abajo, pierda la fortaleza que lo hacía único, aquí es dónde una banda poco ortodoxa, se vuelve en verdad ortodoxa y común.