Con una portada que por alguna extraña razón me trae de inmediato a la mente esas películas kitsch del español Pedro Almodovar, James Ferraro nos trae este disco Night Dolls With Hairspray, aún el título me hace aún más relación con las películas del buen Pedro.

Un disco extraño, si aún Ferraro puede mostrarnos lados más extraños en su ya de por si extraña persona, un disco que nos trae a la mente los 80s, saturados de glamour y de brillos neón, si, aunque bajo la perspectiva de Ferraro, los 80s, no son superficiales y llenos de brillo en la ropa y abuso en el spray para el pelo, bajo la visión de Ferraro, tenemos el mismo sonido saturado de sintetizadores baratos, voces chillones y melodías por demás infantiles, que se produjeron en esa época, pero ojo, bajo el tratamiento sónico de Ferraro, todo suena cubierto por una extraña nube, como la sensación que podríamos tener luego de ser duramente golpeados en la cabeza, pop bajo el agua, pop retorcido, pop de media noche, seguido cuando platico sobre estos sonidos me viene a la mente una escena de mi infancia, el sonido del radio o la televisión en la noche, luego despertar después de una siesta en la tarde y caminar por el pasillo de mi casa oscura y llegar hasta la cocina iluminada donde mis padres empezaban a cenar, esa sensación de miedo, confusión, aletargamiento, guiado por la luz y buscando lo ya conocido entre las sombras, será esto lo que busca presentarnos Ferraro?

Para el que este habituado a su trabajo con los soberbios gurús del “drone”, los Skaters, este disco será una completa sorpresa, ya que Ferraro suena muy cercano a los grupos más superficiales de la “new wave ochentera”, donde podemos percibir lo más cercano a canciones pop que nos ha dado Ferraro en su carrera, pero ojo, no nos perdamos en la “pequeña visión”, ya que el cuadro que nos presenta Ferraro es más grande y complejo que eso, estamos ante una obra conceptual que nos remite a la bizarra sensación de escuchar la radio en los 80s, con súbitos cambios de ritmos y de melodías, adentrándonos en la escucha aleatoria de música desconocida y de paso veloz, en una de esas extrañas noches de los 80s, lo cual me remite a otra memoria, ya no de mi infancia, sino de mi adolescencia, escuchar la radio durante la noche, una sensación llena de adrenalina (para que mis padres no se dieran cuenta), de esperanza (aferrándome a no dormir para que no acabara el día), de sorpresa (al no conocer el artista o el nombre de la canción que escuchaba muchas veces) y a la vez desolación al no poder compartir esta experiencia con nadie más que con las sombras.

Desde mi personal punto de vista anterior, la obra que nos presenta Ferraro, retrata una era de confusión y desesperanza para muchos, de desenfreno y superficialidad para otros, a través de los corrientes sonidos del pop más ligeros, vistos desde una perspectiva metafísica y llenos vueltas de tuerca.

Me surge la pregunta, Ferraro está aprendiendo a hacer canciones pop? Se está convirtiendo en una especia de Andy Warhol del sonido? O simplemente está explotando su propia nostalgia a través de cristales retorcidos adentrándose en un territorio deliciosamente ya explorado alguna vez, desde otro ángulo por Ariel Pink.

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