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Brian Wilson
No Pier Pressure
Hablar de Brian Wilson, uno de mis músicos favoritos es complicado últimamente, y es que definitivamente no concuerdo con la dirección musical que Wilson ha tomado últimamente, esto sin considerar el triunfante y aparentemente último disco de Wilson con los Beach Boys, un disco homenaje a Gershwin y otro a Disney, no es precisamente el tipo de materia al que pienso que Wilson nos tiene acostumbrado y definitivamente se aleja de manera abismal a discos como el Pet Sounds o el Smile que cimentaron su leyenda para siempre.
De entrada me sentía un tanto contrariado por lo que parecía una colaboración en disco entre el genial Jeff Beck y Wilson, que terminó solamente en una gira, después de todo, la música de Wilson poco o nada se identifica con las peripecias de Beck sobre las seis cuerdas, pero bueno, algo diferente y extravagante pudo salir de esa colaboración, después de todo, discos anteriores de Wilson se valieron de las colaboraciones para conseguir un buen nivel, los Wondermints, Eric Clapton, Elton John, Paul McCartney y Van Dyke Parks, y si hacemos memoria recordaremos al mismo Parks y a Tony Asher de su época de oro como compositor de pop vanguardista.
No Pier Pressure precisamente juega un poco con estas dos variables que mucho han influido la carrea y la vida de Wilson, por un lado las ya mencionadas colaboraciones y por otro lado la crítica ajena que ha causado estragos en la psique de Brian, aquí Brian aborda curiosas y desangeladas casi imperceptibles colaboraciones y aparentemente hace caso omiso a las críticas primeras que surgieron en torno al disco, y digo “aparentemente” ya que las tan criticadas colaboraciones con Lana Del Rey y Frank Ocean simplemente no aparecieron.
No Pier Pressure es un disco extraño, nacido sin mucho ángel la verdad y aunque de inicio con This Beautiful Day se despierta algo de interés en una pieza que posee una hermosa melodía y una impecable instrumentación, sin adquirir una trascendencia sobresaliente, Runaway Dancer parece un tema en el cual Wilson apareciera junto a los Daft Punk, que no es una idea tan bizarra como pudiera parecer si tomamos en cuenta que los DP han profesado ya su amor por la música de Wilson.
Pero hasta ahí paran las sorpresas, ya que el resto del disco se limita a deambular de forma nostálgica por el glorioso pasado de Wilson sin recrear de manera afortunada esos años, Whatever Happened cumple apenas pero no acaba de convencer del todo, carece de fuerza emotiva mientras que On The Island es un experimento sin mucho sentido ni identidad, con un Wilson más perdido que nunca, The Right Time tiene algo de encanto, al igual que Guess You Had To Be There aunque se pierden en medio de tanto material de mediocre calidad.
Como es costumbre Wilson guarda lo mejor para el final, con tres piezas que por lo menos consiguen cerrar este disco de manera optimista sobre el talento de Wilson, One Kind of Love resulta una agradable aportación con un Wilson liberado y con aplomo, Saturday Night rockea duro y hay poco que reclamar aquí, para después pasar al cierre, eso sí, con un tema que por mucho supera todos los anteriores, The Last Song, que estremecedoramente pudiese significar el adiós definitivo del genio de Wilson, una suerte de estrujante despedida con un Wilson mostrando algo de la magia del pasado con un emotivo diálogo y una orquestación casi perfecta y esos coros mágicos traídos de la juventud atormentada del buen Wilson.
Aún hay magia en el corazón de Wilson, pero en definitiva, el espíritu aventurero parece haberse ido…¿Para siempre…?
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